Nuestro primer día empieza con el vuelo de 9 a 11.30h. Salimos con media hora de retraso y recuperamos 15 minutos. En el aeropuerto de Praga no hubo que pasar ningún control de seguridad ni nada. Sacamos algo de dinero, unos 100€, directamente en el cajero automático, para agilizar. Sólo nos hizo falta para pagar algún parking que no aceptaban tarjetas y en algún mercado callejero. El resto de coronas, las fuimos gastando.
Había que recoger el coche de alquiler, saliendo de la terminal 2, caminando unos 400m. por un pasadizo elevado hasta un edificio donde están las compañías de alquiler de coches, en el Pabellón C. Fuimos hasta la planta baja. Nuestra compañía era Rent Plus, había cola así que hubo que esperar un poco, hicimos los trámites, nosotros mismos nos recogimos el coche en la 1ª planta. Ya eran las 13h y nos pusimos en marcha con el depósito lleno y nuestro super Skoda Karoq que parecía salido de fábrica.
Hoy íbamos a ver Dresden, en Alemania, a 150 km, un par de horas de coche. Este tramo cerca de Praga es bastante agobiante porque los límites de velocidad son bastante bajos y hay muchas cámaras y radares y el resto de los vehículos también cumplían los límites, así que parecía que íbamos todos pisando huevos.
La carretera está muy bien, hay bastante tramo de autopista pero es una lata el tema de los controles de velocidad. El coche nos lo iba indicando e iba pitando cada vez que la velocidad iba cambiando en la carretera, que era constantemente.
En los últimos 35 km había un desvío en la autopista que parecían obras y resultó ser la “frontera”. A algunos los hicieron parar, a nosotros seguir adelante. Además, en la autopista alemana no hay límite de velocidad.
Teníamos previsto llegar a Dresden a las 15h y lo cumplimos, pero a nuestra llegada teníamos pensado ir al pasaje Kunsthofage en coche, ya que está al otro lado del río y era la zona más alejada, pero resultó que nos encontramos el puente Carola cortado y también las calles colindantes. Sin quererlo fuimos a parar al aparcamiento que tenía marcado al lado del hotel, así que cambiamos el orden de las visitas.
Dresden
Dresden, conocida como el "Joyero" de Alemania, es la ciudad que renació de sus cenizas tras la casi completa destrucción que sufrió durante la Segunda Guerra Mundial.
La capital fue residencia de la realeza en el siglo XV. En 1685 un terrible incendio la desoló casi por completo. Fruto de aquella desgracia surgió una nueva ciudad barroca digna de los reyes sajones que la gobernaban. Es por ello que la mayoría de grandes edificios son de aquella época.
Durante la II Guerra Mundial, Dresden sufrió un duro golpe y perdió muchos de sus edificios históricos en el Bombardeo de Dresden, al final de la guerra. No le quita atractivo el hecho de que varios de ellos hayan sido reconstruidos durante el siglo XX.
Nuestra visita
Dejamos el equipaje en el alojamiento, que era de auto-. Nada más salir del alojamiento ya nos encontramos con la plaza Neumarkt, la más importante, con la Frauenkirche en un extremo. Desde aquí ya se veía la Procesión de los Príncipes, que ha sido de lo que más nos ha gustado de Dresden.
Este mural de 100 metros de largo representa la historia de la familia gobernante de Sajonia, en una procesión de jinetes. Fue creado en 1872, pero debido a las condiciones climáticas, se trasladó a azulejos de porcelana para su preservación. Más de 24.000 azulejos fueron utilizados para representar a príncipes y reyes, científicos, artesanos y agricultores.
Fuimos hacia la Catedral de la Santísima Trinidad, que cerraba a las 17h. Nos costó encontrar la entrada, y eso que le dimos la vuelta entera, y fue por la puerta A, que estaba en una esquina y se accedía subiendo unas escaleras. Tiene un altar y, sobre todo, un púlpito, impresionante.
Aquí al lado ya estaba la Ópera, a la íbamos a ir en un par de horas. También estaba el Palacio y los jardines, que estaban en reformas. Nos acercamos hasta el Puente de Augusto y la Terraza del Elba. Esta zona tiene que ser una pasada en verano. Hoy hacía mucho viento y se estaba fresquito.
Desde aquí vimos que el Puente Carola, que fue el que intentamos cruzar con el coche, había colapsado, tenía una gran viga partida por la mitad sobre el agua, y lo estaban reparando. Parece que está así desde septiembre de 2024.
A las 18h queríamos ir a escuchar el órgano en la Catedral así que teníamos tiempo de ir al Kunsthofage andando, un barrio de arte callejero en la zona nueva, que estaba a un par de kilómetros.
Pasamos por la estatua ecuestre dorada. Y de vuelta ya había mucha gente entrando en la Frauenkirche, por la puerta D. Algunos días hacen música de órgano, y hoy lo tenían anunciado en su página web. Dura 1 hora, pero nos decepcionó un poco porque pensábamos que sería una hora de órgano y fue como una misa en alemán con un par de canciones. Hubiera estado bien para acabar una última canción para cerrar, pero ni eso. Sólo hubo una al principio muy flojita y otra en el medio muy espectacular. En cualquier caso, nos fue bien para descansar un rato. Piden donación a la salida… si quieres.
Dresden me pareció bastante caro, así que nos decantamos por un McDonald’s en el centro para cenar. Tampoco teníamos mucho tiempo pues la ópera era a las 20h.
Ópera Semperoper
Ofrece visitas guiadas que suelen durar alrededor de una hora y valen 14€. También hay funciones: opera, ballet o concierto. Se puede consultar el calendario de eventos aquí. Los precios de las funciones suelen ir de 8 a 175€. Nosotros coincidimos con la ópera Inocencia, a partir de 10€ en el gallinero y se reserva aquí.
El edificio de Semperoper es muy espectacular, sobre todo por dentro. Es una de las Óperas más impresionantes de Europa. Nos gusta aprovechar los viajes para añadir actividades que en nuestro día a día son caras. Aquí nos costó 20€ la entrada de precio intermedio. Era una ópera moderna “Innocence”, la única ópera moderna que habíamos visto y también fue espectacular. Era un tema de actualidad, un poco tétrico, la hicieron toda del tirón, no hubo ningún descanso, así que acabamos media hora antes, lo cual también nos vino bien.
Y a la salida dimos un paseo nocturno, con la ciudad bien iluminada. La verdad es que nos gustó mucho el casco antiguo de Dresden, muy concentrado pero todo a lo grande. Es como si estuviera hecho para gigantes, los monumentos son inmensos.