A recorrer Belice dedicaríamos la mayor parte de lo que quedaba de este viaje. En este mapa recojo los lugares que visitamos, incluyendo el paso a la vecina Guatemala para ir a Tikal.

Íbamos a visitar sus dos principales ciudades mayas: Lamanai en el norte y Caracol en el centro, además de la cueva Actun Tunichil Muknal, lugar sagrado para los mayas y la ya mencionada excursión a Tikal.
Después iríamos hacia el este, para tomar un bote en Ciudad de Belice que nos llevaría a San Pedro, en el Cayo Ambergris, donde haríamos snorkel en la barrera de coral.
Después de desayunar y dejar recogido nuestro equipaje, ya que no volvíamos a hacer noche en Orange Walk, a primera hora de la mañana nos recogieron en una lancha en el mismo embarcadero del hotel e hicimos una navegación por el Río Nuevo hasta las ruinas de Lamanai. Esta excursión la contratamos con el mismo hotel, ya que nos la ofrecieron al hacer la reserva.
La navegación resulta muy amena, siempre en aguas tranquilas en medio de una densa selva tropical. Se pasa, de tanto en tanto, por estrechos canales donde se pueden ver aves, caimanes, monos aulladores y hasta los diminutos murciélagos narigones, de apenas 4 centímetros de longitud, que estaban agarrados a los troncos de los árboles.

Lamanai, que en lengua maya significa "cocodrilo sumergido", fue una ciudad maya empezada a construir en el siglo IV a.C. y habitada hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI.
Una vez abandonada, permaneció oculta entre la selva hasta principios del siglo XX y no fue excavada hasta los años 70. En la actualidad, gran parte del complejo permanece aún engullido por la vegetación.
Después de desembarcar, se inicia un sendero por la selva entre grandes árboles que conduce a la zona desbrozada en la que se encuentran los templos y restos de la ciudad. En este recorrido, se dejaban notar el calor y la humedad. La botella de agua es imprescindible.
Realizamos la visita acompañados de un guía que, como todo el mundo allí, hablaba en español. Llevaba unas láminas en las que estaban dibujadas las construcciones con el aspecto que debían de tener originalmente y en las que aparecían estucados en blanco y con dibujos en color rojo.
Las excavaciones realizadas han puesto al descubierto tres grandes templos piramidales, que se van visitando en un recorrido lineal separados unos de otros por la frondosa jungla.
La primera pirámide a la que llegamos accediendo desde el norte se llama Templo de los Mascarones, que tiene en su base dos máscaras antropomorfas de piedra muy bien conservadas, una en el lado izquierdo y otra en el derecho.

Este edificio tiene excavada su cara norte, hasta la cúspide de la pirámide, mientras que la cara sur permanece en gran parte oculta por la vegetación.
Atravesando otro tramo de jungla, que se hace acompañado por los sonidos de pájaros y los aullidos de los monos que saltan de árbol en árbol, se llega a un claro donde está excavado el edificio más alto del complejo, la pirámide llamada Templo Alto, que tiene 33 metros de altura, construida hacia el siglo I a.C.
Tiene unas empinadas escalinatas por las que está permitido trepar hasta la cúspide. Desde arriba hay una magnífica vista de la frondosa selva que envuelve al complejo, con el río Nuevo al fondo.

A las espaldas del Templo Alto, en su lado sur, se encuentra la Cancha del Juego de la Pelota y un pequeño edificio semiderruido, llamado Templo de la Estela, que conserva una estela en pie con la esfinge tallada de un rey maya. Al final de la visita, en la tienda de recuerdos compramos una camiseta que lleva la reproducción muy fiel de esta silueta y en la que se ve mejor el perfil del monarca y sus adornos.
Nuestro guía no supo darnos muchos más detalles sobre su historia, buscando después por internet, tampoco he podido averiguar mucho más.

Continuando el recorrido lineal hacia el sur entre la selva, se llega al tercero de los edificios principales, denominado Templo del Jaguar, de menor altura que el anterior, llega hasta los 22 metros y, en su base hay representada una cara de un jaguar no muy fácil de distinguir.

Con este templo, termina el recorrido por el complejo arqueológico, que visitamos con muy pocos turistas más. Retornando al embarcadero, se pasa por las cabañas donde se puede comprar artesania realizada por las mujer locales.
Después, el barco nos volvió a llevar al hotel de Orange Walk, desde donde partimos por carretera a la localidad de San Ignacio, que iba a ser la base desde donde haríamos las siguientes excursiones.